Diálogo con la periodista Patricia Ortiz
–¿Qué funciones cumple el redactor de textos?
Ser competente en la redacción de textos de toda índole es una necesidad de nuestra época, atravesada por mensajes escritos. Desde la escuela a la universidad (redacción académica), en las empresas e instituciones (redacción corporativa e institucional), en las oficinas y negocios (redacción administrativa), en los juicios y parlamentos (redacción jurídica), en los medios audiovisuales (redacción de guiones de TV, cine y radio), en los escritos de prensa (redacción periodística), en las imprentas y editoriales (redacción literaria), en los medios digitales (redacción para las redes e Internet)… se necesitan técnicos expertos en la escritura que puedan realizar esa tarea de manera profesional, atendiendo a los estilos particulares, al vocabulario y formatos, y a sus audiencias.
–¿Cómo surge la idea de crear una carrera?
Ante el panorama anterior, surgió la idea de profesionalizar esta práctica de escritura a través de la creación de una carrera que atendiera todas las dimensiones y niveles de los textos escritos, a fin de que sus egresados pudieran abastecer la demanda de redactores especializados que ocuparían los lugares claves donde se los necesitaría. A partir del comienzo del siglo, y por medio del Instituto Superior de Letras Eduardo Mallea, centro educativo terciario de reconocimiento oficial, creé un ambicioso plan de estudios que en 2002 fue aprobado por el sistema de educación formal con el nombre de Formación del Redactor Especializado en textos académicos, periodísticos y literarios. Más tarde, en 2012 estos planes, de opción pedagógica presencial, pasaron a llamarse tecnicaturas con la posibilidad de darse también a distancia.
Si bien estos estudios se dictan en ambas opciones pedagógicas, en los últimos años se ha incrementado el número de cursantes a distancia. Al respecto, el Instituto Mallea cuenta con una plataforma virtual muy completa que permite la interacción y el contacto permanente con los profesores tutores y el grupo de aprendizaje.
–¿En qué consiste el marco teórico de la tecnicatura del redactor de textos?
Las investigaciones han demostrado que la escritura no es un proceso mecánico o lineal, sino complejo y recursivo, que va configurando el producto textual mediante actos de selección y redacción, ajenos al flujo natural y espontáneo de las ideas. De ahí que la carrera de redactor basa sus conocimientos en el dominio del código escrito y en las estrategias de escritura; esto significa tener cimientos sólidos de gramática tradicional (normativa de la lengua, sintaxis española, lengua y comunicación) y de la gramática textual (análisis del discurso, pragmática, lingüística aplicada), a partir de los nuevos enfoques teóricos que van desde la pragmática, la lingüística del texto y la etnografía de la comunicación hasta la semiótica textual, y desde la sociolingüística y los presupuestos sociocognitivos de la psicolingüística hasta el análisis del discurso. Todos ellos han sido integrados en los programas de los espacios curriculares del plan de estudios, precisamente para contemplar los variados aspectos implicados en la formación de un redactor idóneo que se halle a la altura de nuestros tiempos.
–¿Cuál es el perfil de los ingresantes?
Por lo general, suelen poseer otros estudios, previos o paralelos. Son buenos lectores, escriben obras literarias (novelas, cuentos, poesía) y poseen vocación por la escritura. Lo importante consiste en que esta carrera no debe ser concebida como un “taller literario” calificado, porque el redactor (no el escritor) deberá desarrollar competencias que lo habiliten a escribir todo tipo de textos según la agencia, empresa o particular que lo contrate. El redactor es un técnico de la escritura a diferencia del escritor a quien catalogo como un artista inspirado; esto significa que deberá adaptar los mecanismos y procedimientos de la redacción al tipo de texto que se le solicite.
Respecto de las pasantías y prácticas en empresas, contamos con una serie de convenios con las editoriales más importantes del país. También se firmaron contratos con empresas e instituciones, privadas y estatales, para la práctica de nuestros alumnos.
–Respecto de la salida laboral del técnico redactor ¿cuál es el panorama de su empleabilidad?
Desde distintos ámbitos laborales se requieren profesionales de la comunicación escrita altamente capacitados para desempeñar funciones en lugares claves de edición de publicaciones y emisión de mensajes diversos. Es decir, técnicos profesionales en la elaboración de escritos que realicen el abordaje de los textos desde distintas perspectivas y géneros, y que establezcan con sus empleadores y las audiencias una corriente de intercambio enriquecedor. Por otra parte, en la última década, el creciente flujo de la comunicación y la información por Internet, los medios digitales y las redes han incrementado las solicitudes de profesionales capaces de producir, revisar y actualizar contenidos destinados a dichos medios o entornos, así como de la administración de numerosos sitios web. Por ende, casi todos nuestros egresados han logrado insertarse laboralmente como redactores de textos de distintas empresas. Muchos de ellos han emprendido proyectos independientes para ofrecer sus servicios; otros han ascendido de categoría en sus puestos anteriores a la vez que han logrado incremento en sus salarios al incorporar en su currículum un título oficial de 1600 horas reloj. Paralelamente, en el instituto funciona un centro de corrección y redacción de escritos que se abastece de los mejores egresados para trabajar en los pedidos laborales que llegan al instituto.
–Entonces, ¿hay una demanda real en el mercado para este tipo de profesionales?
Cada vez más las empresas y agrupaciones comerciales toman conciencia de la importancia que poseen sus mensajes escritos en la relación con sus audiencias y clientes. Un redactor capacitado, por ejemplo, puede hacer reflotar una empresa que no tiene visibilidad en el mercado o que se ve opacada por la competencia simplemente porque sus textos (correos electrónicos, newsletters, gacetillas, página web) son deficientes. La capacidad de poder emitir textos claros, correctos, fieles a los objetivos propuestos se convierte en el arma más efectiva para el éxito. Y así en todos los ámbitos.
–¿Han notado que la demanda de profesionales formados en redacción ha aumentado o ha disminuido en los últimos años? ¿Por qué?
La demanda ha aumentado significativamente, porque en general la gente sabe lo que quiere transmitir pero desconoce la manera de hacerlo. La pérdida del dominio del lenguaje, ya sea por una débil formación escolar, por la falta de práctica o por el desconocimiento de las estrategias de escritura hace que se requieran, con mayor énfasis, estos técnicos de la redacción. Ellos vienen a llenar una ausencia que se hace cada vez más imperiosa de cubrir de forma idónea.
–¿Sufren la competencia de los cursos no reglados que se ofrecen en Internet?
No, al contrario; estos cursos no reglados hacen que se difunda la existencia del Instituto Mallea como la sede más propicia para formalizar estas competencias. Estas propuestas, a veces incompletas, abren el camino que llega hasta nosotros y contribuyen a generan la necesidad de contar con técnicos expertos forjados en estudios sólidos y reconocidos.
–¿Cómo describe el arte de escribir?
La escritura, como las otras habilidades basadas en la lengua –hablar, escuchar, leer–, se aprende en la escuela, en sus distintos niveles, pero no siempre con metodologías adecuadas. La nueva perspectiva sobre la escritura se centra en los procesos mentales, es decir, en los mecanismos que se activan en el interior del cerebro cuando escribimos. La lingüística aplicada se apoya así en la psicología cognitiva y juntas nos ayudan a describir los procesos involucrados en las competencias lingüísticas de la escritura; en consecuencia, se ejercitan desde los procesos más simples –letra clara, secuencia y orden de las palabras– hasta los más complejos, donde la capacidad imaginativa, la memoria y la reflexión actúan para dar origen a la selección de temas para el texto, a la organización de su estructura, al nacimiento y desarrollo de ideas, al registro adecuado según el receptor, entre otros.
Lamentablemente, la mitificación de la escritura basada en las dotes personales y en la inspiración impidió, durante mucho tiempo, el desarrollo eficiente de una metodología que reafirmara, mediante la enseñanza de técnicas y el aprendizaje metódico, los caminos posibles para llegar a componer. Las nuevas concepciones nos hablan de la existencia de estrategias básicas y de apoyo para formar escritores capaces de enfrentar y resolver satisfactoriamente cualquier situación de escritura.
–¿Qué preparación debe tener alguien que aspira a construir un buen escrito?
Por un lado, conocer el código escrito, esto es, dominar algunas características de la gramática tradicional (ortografía, sintaxis, semántica) y de la gramática textual como la cohesión, donde todas las partes de un texto se relacionan; la coherencia, para girar en torno de un tema central y no desviarse; la adecuación a la circunstancia comunicativa; la originalidad, lograda a partir de los formatos textuales.
Sin embargo, no basta con que los redactores conozcan solo estos aspectos, sino que además deberán ser conscientes de la necesidad de dominar ciertas estrategias usadas por los escritores competentes. Por estrategias entendemos el conjunto de acciones, externas o internas, realizadas por el escritor desde el momento que decide redactar un texto hasta que lo leen sus lectores. Mediante estas los buenos escritores necesitarán:
1) reflexionar sobre sus audiencias, porque dedicar un tiempo considerable a imaginar cómo los lectores recibirán el escrito y qué efectos se producirán, estimula en la mente del emisor la aparición de raíces temáticas insospechadas durante la composición. En este momento es cuando este decide, entre otras opciones: qué tratamiento establecerá con los lectores, qué registro de lengua será la base para crear un lenguaje común; qué temas podrán interesar más, qué otros habrá que desechar o dejar para más adelante; qué sabe el lector de antemano y qué desea conocer; cuál es el propósito perseguido (informar, convencer, asombrar…);
2) diseñar la estructura del escrito: de las reflexiones anteriores surgirá la representación mental del texto. Sabemos que el orden basado en objetivos precisos no coarta la invención, sino que la orienta y nutre en escala progresiva. Los mejores escritores no comienzan su texto sin una planificación previa que unifique los contenidos, señale los cortes previstos, la distribución de datos y su jerarquización, y el enlace coherente de cada una de las proposiciones;
3) redactar las ideas en un lenguaje accesible al lector;
4) releer y ajustar el plan inicial, dado que la relectura de las partes del texto ya redactadas da nuevo ímpetu al escritor para replantear aspectos no previstos en el plan inicial. Por tanto, este último podrá sufrir tantas modificaciones como ideas nuevas aparezcan durante su elaboración;
5) corregir los aspectos formales como la ortografía, la tipografía, el estilo textual, entre otros.
–Redactor ¿se nace, o luego de un entrenamiento adecuado puede lograr construir un texto aceptable?
El redactor nace y se hace. Como ya expresamos, debe dominar el código escrito y las estrategias de escritura para dar con un texto aceptable. De ahí que, a las condiciones naturales y a los llamados de la vocación, necesitará sumarle el entrenamiento, la reflexión y el aprendizaje de una serie de mecanismos que lo hagan sentirse dueño de sus capacidades escriturarias.
Nosotros partimos de la convicción de que la escritura tiene un importante componente técnico que puede ser enseñado con instrucción eficaz, y que cualquier persona, con más o menos pericia, puede aprender si tiene interés y hacer de su formación un ejercicio profesional idóneo.
–¿Cuál es el primer paso para comenzar a escribir un texto?
El primer paso será proponérselo para luego reflexionar acerca de quién lo leerá, qué objetivos tengo, cómo lo voy a planificar, qué tipo de formato elegiré para su contenido, cómo seleccionaré los vocablos acordes con su estilo, ¿tendré que leer varios textos parecidos para asimilar sus características?, ¿recurriré a bibliografía?… y así hasta quedar satisfecho con lo producido.
–¿Cuáles son los principales problemas técnicos que encuentran los alumnos que realizan la carrera o los cursos relacionados con la escritura?
Los problemas que aparecen son de diversa naturaleza. Por lo general, los escritos de los principiantes suelen tener problemas vinculados con la coherencia y la cohesión textual. La coherencia atiende al reordenamiento de la prosa de tal manera que el lector pueda leer ese texto recuperando las significaciones globales, distinguiendo lo esencial de lo accesorio. Para seguir el camino, el que lee necesita señales (mecanismos de cohesión) que lo lleven de la mano por el sendero que le posibilitará comprender con facilidad los contenidos de ese escrito. Otras dificultades suelen vincularse con la correlación de los tiempos verbales, el uso del gerundio, las repeticiones de vocablos o sonidos, la ortografía, etc.
–¿Cómo se construyen los textos de respuesta a un requerimiento o a la necesidad de ofrecer un producto?
Estos textos deberán ser breves, claros, y sujetos a la respuesta solicitada o a los objetivos que persiguen. Los e-mails, por ejemplo, tendrán que contestarse de manera inmediata, con un tema por correo, y muy revisados para que no contengan errores ortográficos (tildes, puntuación, etc.) ni ambigüedades que confundan al receptor. Pero el hecho de ser sintéticos no significa que estén incompletos, dado que la falta de información en el mensaje generará más correos por contestar.
El ofrecimiento de productos o servicios conviene hacerlo en gacetillas o newsletters (boletines) de emisión periódica para fidelizar clientes. Estos deben estar escritos con corrección y claridad para no entorpecer sus fines.
Por lo general, las empresas están muy interesadas en capacitar a su personal sobre cómo responder correos, realizar gacetillas, armar páginas web, periódicos y revistas, dado que es la manera más exitosa no solo de conservar a los clientes y aumentarlos, sino también de prestigiar su imagen institucional.
El Instituto Mallea ofrece el curso de Redacción corporativa e institucional en forma digital, in Company o presencial, en el que se enfatiza tanto en la redacción de estos tipos textuales como en la normativa de la lengua.
–¿Se debe escribir solo cuando se tiene una idea? ¿Y si no surge?
En general, no se escribe porque se tiene una idea, además, esta no surge de la nada. Para que realmente alguien se oriente en la escritura, necesita previamente estudiar el perfil de los lectores para quienes escribe. De ese relevamiento:¿qué edad tiene mi público? ¿qué temas le interesan? ¿qué sabe al respecto?… surgirán las ideas y el modo más eficaz de volcarlas.
–¿Cuándo se advierte que un texto está bien escrito?
Cuando cumple ampliamente con los objetivos que se propuso: entretener, informar, vender, averiguar, argumentar, defender, etc. Suele ser preciso y despojado de incorrecciones, de ágil lectura, inserto en un formato adecuado y con un lenguaje acorde al estilo del texto elegido.
–Muchas gracias, Lina.
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